El parasitismo es la relación ecológica entre el organismo parásito y su huésped, en la que el primero vive a costa del segundo, causándole daño pero evitando su muerte, para extender su permanencia ahí. No le conviene que el huésped muera, pues su vida depende de este. Una lombriz solitaria, por ejemplo, no querría matarme si me parasitara, porque viviría refugiada en mi aparato digestivo alimentándose de mi comida; si muero, perderá esos beneficios que, para mí, serían perjudiciales. En el caso del parasitoidismo, se puede decir que el organismo parasitoide es mitad parásito y mitad depredador. A un depredador no le importa matar a su presa para alimentarse, como al parásito si le conviene mantener vivo al huésped. El parasitoide vivirá como parásito solo durante parte de su ciclo de vida, para entonces, depredar al huesped y matarlo. Por ejemplo, los huevos con las larvas de una mariposa que vivan dentro de una col, como parásitos, para luego crecer y devorarla por dentro, como depredadores, emergiendo como adultas para poner sus huevos en otra col y continuar el ciclo. ¡Como los xenomorfos de Alien! Jaja.